Isfahán
La mitad del mundo

 ISFAHÁN

Si un viajero extraterrestre, bien documentado e informado, tuviese que hacer una breve visita a nuestro planeta, iría a Isfahán.
Habría leído que en esta ciudad se encuentra la mitad de lo que merece la pena en este mundo. Así lo ha repetido durante siglos el proverbio persa:  "Esfahān nesf-e-jahān ast",  Isfahán es la mitad del mundo.

El alienígena se encontraría en una de esas ciudades  que lleva siglos siendo habitada y visitada ininterrumpidamente por generaciones de humanos que dejaron parte de su cultura, su arte y forma de expresarse y pensar en este viejo oasis persa. 

Esta gente tenía cosas grandes cuando aquí estábamos aprendiendo a fundir metales.

En el corazón de la Ruta de la Seda no solo fluían las mercaderías, sino que también lo hacían las ideas novedosas, los nuevos inventos y los últimos placeres descubiertos. 

 A veces también llegaba el invasor, el usurpador y el impostor, entre fascinado y envidioso, a intentar subyugar a estas gentes.
Los persas han destilado milenios de historia de la humanidad y eso les otorga una perspectiva que incluso en tiempos difíciles como los actuales les permite bregar contra los sátrapas que acabarán barridos por la historia una vez más. 

Isfahán sigue asombrando con su belleza arquitectónica, su plaza sigue siendo “la Plaza” por antonomasia de la humanidad. Más allá de su amplitud y belleza,  es el ejemplo ideal de este tipo de espacios públicos universales en los cuales, todavía,  se reúnen las gentes del lugar.

Aquí, entre mezquitas, palacios y bazares asombrosos, nuestro breve visitante se encontrará, si sabe escuchar, con las nuevas ideas que corren por la ciudad. Le invitarán a charlar, a beber, a comer...
Las nuevas ideas revolucionarias hoy llegan por boca de las  isfahaníes, son ellas las que acabarán borrando de la faz de la Tierra a los últimos pollaviejas y devolverán el esplendor a esta ciudad.

Quizás, en alguna de estas calles, conozca a alguna de las nuevas heroínas y pueda alzar la copa, como Ferdousí, por los futuros buenos tiempos y por lo bien que ha aprovechado su viaje.


Tajogaite
la volatilidad del paisaje