Llegar fue fácil. Mientras negociamos con un taxista disparatado nuestro traslado a Lalish en las calles poco acostumbradas al turismo de Duhok, se acercó un joven solícito con intenciones mediadoras que -¡albricias!- resultó ser yazidi. El cual, sorprendido por nuestro interés, fue arrebatado por un impulso superior que le obligaba a visitar Lalish inmediatamente y llevarnos con él para nuestra alegría y la de su abuela.
El yazidismo es una de las antiguas religiones preislámicas que profesaban los kurdos antes de su conversión mayoritaria al islam. Una religión más emparentada con los cultos zoroastrianos que comparten con sus vecinos persas y que nos retrotrae 2000 años atras antes de que crucificaran a nuestro ídolo.
Lalish es la Meca de esta religión, el lugar al que al menos una vez en la vida sus seguidores deben peregrinar. Lalish es el epicentro que todas las religiones gustan remarcar. Sin embargo, Lalish no está revestido de esos ambientes teatralizados, acongojantes o presuntuosos que suelen gustar a los jerarcas de cualquier credo y condición.
Lalish sorprende por su simpleza y naturalidad. Su aspecto es el de una simple aldea en un modesto valle. Más parece que entramos en la aldea gala de Asterix y Obelix que en un recinto sagrado. Solo la obligatoriedad de entrar descalzos al pueblo nos recuerda que estamos bajo las aleatorias normas de una religión.
Para alguien descreído y receloso de cualquier tipo de religión Lalish tiene el tamaño y la forma tolerable que nunca deberían sobrepasar las religiones en su afán evangelizador y fiscalizador
Las y los yazidíes han preservado su cultura milenaria y a veces incluso su vida en un entorno muchas veces hostil. Recientemente, las agresiones de los fascistas religiosos del DAESH contra esta comunidad se han calificado de genocidio. Algunas de las personas que han sobrevivido a esto llegan hasta aquí para recordarse que están vivas .
Al fondo del valle se ve una llama poderosa procedente de alguna instalación de extracción de hidrocarburos. Una se puede imaginar que, a modo de posmoderno fuego zoroástrico,alumbra todavía esta aldea.
